En nuestra sociedad contemporánea, parece que no es nada difícil tener distracciones. Al contrario, parece que conforme uno crece y se involucra en la sociedad, encontramos cada vez más y más razones para estresarnos y no buscar a Dios: escuela, los hijos, la pareja, los amigos, la iglesia, el trabajo, los eventos de carácter social, la casa, las redes sociales, etc. Sin embargo, me parece que, en la vida cristiana, el poder llegar a tener tiempos de estudio profundo es un verdadero deleite y una verdadera necesidad. Personalmente, a mí me sorprende la manera con la que algunos eruditos, tanto del pasado como del presente, pudieron tener las intuiciones espirituales tan asombrosas de las cuales hasta la fecha nos maravillamos. En este sentido, me gustaría repasar algo de la antigua tradición del Lectio Divino que nos ayudará a potenciar nuestro estudio al máximo.
En la antigüedad, muchos cristianos muy doctos utilizaban una forma de lectura, llamada Lectio Divino. Este método tiene fundamentalmente cuatro pasos: lectio, meditatio, oratio y contemplatio. A continuación, me propongo a establecer un esbozo del contenido de cada uno de estos pasos.
Antes de comenzar con cada uno de estos pasos es menester tener un pre-paso o pre-requisito, a saber, la guía del Espíritu Santo, pues es indudablemente éste el que nos da iluminación divina, la cual nos permite comprender las Escrituras con mucha más profundidad (1 Cor. 2:10-16). Entonces, todo aquel que crea que puede entender la profundidad de las Sagradas Escrituras sin apelar al Espíritu de Dios, se encuentra, a mi parecer, en uno de los errores más profundos de su vida. Ahora bien, una vez hecho esto, prosigamos a los cuatro pasos:
1. El paso uno es la lectio, es decir, la lectura
Es de suma importancia leer el texto (Jn. 5:39-40; 2 Tim 3:16-17). Nótese lo que acabo de decir: LEER el texto. No es poco común que, en ocasiones, por tener prisa no hago otra cosa que “escanear” el texto, o hacer una lectura rápida y superficial. Este tipo de lectura tan somera debe ser evitada a toda costa. Uno debe saborear las Escrituras; debemos disfrutar y entender cada palabra. También, de ser posible, habrá que tratar de buscar en varias traducciones la lectura que estemos haciendo. Aún más, hoy en día tenemos acceso a muchísima información, información a la cual sólo ciertas personas educadas podían tener acceso. No obstante, hoy en día cualquiera puede encontrar múltiples comentarios bíblicos, y herramientas para la comprensión de los idiomas originales. Así, la lectio implica leer, leer y releer lentamente y tantas veces como sea posible, con todas las ayudas que, gracias a Dios, los estudiosos nos han proporcionado.
2. El segundo paso es la meditatio, que viene del latín para “meditación”
¿Qué significa meditar? Hoy en día, es muy raro encontrar que alguien utilice esta palabra en el contexto en el que la estamos utilizando. Parece que estamos, en muchas ocasiones, idiotizados con las redes sociales, Netflix, la televisión, etc., y ya no tenemos tiempo para meditar; el mundo llena nuestras mentes completamente; no hay espacio para la meditación en nuestra civilización consumista, en la que el tiempo es oro. En nuestra era, la meditación lenta y detallada parece meramente una pérdida de tiempo. Sin embargo, es de suma importancia el que podamos meditar lo que significa aquello que hemos leído (Rom. 12:1-2; Salmo 1:2; Jos. 1:7-8). Una vez que ya la he entendido, en tanto que el texto tiene un sentido objetivo, ahora debo preguntarme ¿qué me dice a mí esta Palabra? ¿cómo puedo aplicar a mi vida estas palabras?
3. El tercer paso es el de la oratio
Si bien es cierto que ya hemos pedido la guía del Espíritu Santo para cuando lleguemos a este paso, es ahora importante comenzar a hablar con Dios, y pedirle que nos permita vivir conforme a lo leído y meditado (1 Tes. 5:17; Dan. 6:10; Ef. 6:18; Col. 4:2; 1 Ped. 4:7)). Este paso es fundamental, pues aquí radica la cúspide de nuestra interacción con Dios. Es importante escuchar y entender lo que nos dice, pero también es menester decirle a Él lo que nos acongoja, lo que nos aterra; este es un buen momento para confesar nuestras fallas y pedir misericordia, a la luz del pasaje que hemos estado estudiando (Jer. 33:3). También es un excelente momento para agradecerle por su providencia y amor infinito.
4. Finalmente, el cuarto paso es el de la contemplatio
Este paso es vital, en el sentido más pleno de la palabra. Nos hemos acostumbrado, en muchas ocasiones, a hablar de Dios y a pensar en Dios. Sin embargo, no debemos olvidar que estamos hablando con el ser más poderoso, grande, glorioso, hermoso, majestuoso e inigualable de toda la creación. El Dios-Creador de TODA la creación y de TODA la existencia se digna a pensar en mí, a amarme pese a mis faltas y mis fallas, a abrazarme en la angustia, a perdonarme (1 Jn. 1:9). Tal es mi Dios, que se entregó a sí mismo en Jesucristo para salvarme de mi pecado y mi maldad (Jn. 3:16). Aquel Dios santo y perfecto es el Dios que me ha dados las Escrituras, y a aquél que reina con poder y autoridad. Al único digno y sabio Dios tiene que ser la gloria. En este punto, es inevitable que la adoración sea una acción ligada a la de la contemplación, pues si la primera no lleva a la segunda, muy probablemente, la primera acción no se llevó a cabo correctamente, pues no hay persona que pueda contemplar a Dios y no caer de rodillas y adorarle.
Así, me parece que podemos concluir nuestra lectura bíblica con dos últimas acciones. En primer lugar, me parece que será justo el agradecerle a Dios por el tiempo que nos permitió pasar con Él (Col. 4:2). En segundo lugar, hay que pedirle a Dios la sabiduría y la fuerza para poder aplicar lo que aprendimos a nuestras vidas, es decir, poder vivir reflejando el carácter de Cristo, conforme a las Escrituras.
Ricardo Ponce Sr. says
October 11, 2018 at 9:03 amimportante gracias
Jose Ramon Martinez says
October 12, 2018 at 5:26 pmMe encanta este proceso.
Victor A. Lopez says
October 15, 2018 at 6:59 pmUsando palabras en latín para recordarnos nuestro deberes como cristianos. El estudio fiel de las Escrituras debe ser nuestra prioridad con el fin de conocer al Señor y hacer su voluntad. Que el Señor nos ayude a ser fieles en el Estudio de la Palabra de Dios y perseverar aún con las interminables tareas que tenemos en este mundo.
kenmil arias says
October 16, 2018 at 3:13 amusando vien la palabra de verdad como hijos de DIos temenos que darnos cuenta que son 2 cosas in dispensables para el Cristiano evangelico y es la regla deoro horar y leer su palabra para conserlo mas deserca juan 5-39 lo de clara
Jovanny Arango says
October 18, 2018 at 4:22 pmLa verdad, en un momento donde siempre queremos mirar hacia el frente, es muy valioso descubrir que cuando miramos hacia atrás de forma objetiva, hallamos perlas que pueden ser una excelente herramientas para crecer, en nuestra correcta devoción a DIOS. Porque, la idea no es solo orar, la INVITACION DEL PADRE ES A TENER UNA CONVERSACION, QUE ANIMA, TRANSFORMA, EQUIPA E INDUDABLEMENTE CONSUELA.
LILIANA POSSO says
October 23, 2018 at 2:22 amSi está alguno interesado en el tema de la “Contemplación”, existe un librito clásico interesante llamado “La práctica de la presencia de Dios”, escrito por un monje del siglo XVII, llamado simplemente El hermano Lorenzo. Le he hallado interesante y aún edificante.