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Renunciemos, pues, a las delicias externas y terrestres, y sigamos las internas, que pertenecen al espíritu, para que volvamos de todo corazón a Dios, y nos convirtamos y hagamos la voluntad de Aquél a quien solo sea tributada toda gloria, honor y acción de gracias, y el cual únicamente es el principio, el medio y el fin de nuestra consolación interior. Así sea.

V. Tomás de Kempis.

Tomás de Kempis nació en el año 1380 en Kempen, Prusia, cursó estudios en Deventer, en los Países Bajos. En el año 1407 entra en el monasterio de los agustinos de Mount St Agnes, muy cerca de Zwolle, en los Países Bajos y es ordenado sacerdote en 1413. Pasó su larga vida (90 años) entre el estudio, la oración y las obras de caridad, dedicando gran parte de su tiempo a la dirección espiritual de personas que necesitaban de sus consejos, trabajando en copiar manuscritos y escribiendo.

Escribió sermones, biografías religiosas y otros devocionarios para los jóvenes. En sus ratos libres, Tomás de Kempis fue escribiendo un libro que lo iba a hacer célebre en todo el mundo: De la imitación de Cristo. Se dice que Kempis pidió a Dios permanecer ignorado y no conocido. La publicación de su libro sólo se hizo al año siguiente de su muerte. Este es un muy conocido y apreciado libro de devoción clásica escrito en forma de consejos e instrucciones breves con el fin, como el mismo libro lo dice, de “Instruir al alma en la perfección cristiana, proponiéndole como modelo al mismo Jesucristo”.

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Orellano Pérez Buitrago perteneció por muchos años a la organización de los Testigos de Jeho­vá. Un día encontró a Jesucristo y Él le libertó de la servidumbre del error en que se encontraba. Posteriormen­te, escribió este libro con el propósito de ayudar a personas involucradas en este tipo de organizaciones para que puedan encontrar al verdadero Libertador.