«Entonces María dijo: “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a su palabra.” Y el ángel se fue de su presencia»
-Lucas 1:38
Cuando el ángel del Señor se le apareció a María, ella estaba por demás turbada. Es decir, ella se preguntaba de qué tipo de aparición se trataba ésta. Fue justo esa la razón por la que le dijo el ángel del Señor que no temiese (Lucas 1:30). Sin embargo, una vez que se dio cuenta María de que Dios mismo es el que la estaba llamando, ella se dispuso a servir al Señor, replicando «He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a su palabra». En muchas ocasiones, nos encontramos con distintas pruebas a lo largo del camino, y no todos los cristianos optan por seguir adelante, en virtud de éstas. Esta situación me recuerda a Flexible, en la famosa alegoría cristiana El progreso del peregrino por John Bunyan, el cual habiendo escuchado sobre la vida eterna decide acompañar a Cristiano en su camino, hasta que, llegando al lodo difícil de atravesar, éste decide retirarse y abandona la oportunidad de acercarse a la salvación eterna.
A lo largo del Antiguo Testamento, vemos cómo aquellos a los que el Señor llamó respondieron de forma similar. Isaías dijo: «Heme aquí, envíame a mí» (Isaías 6:8). También, cuando Samuel fue llamado de noche, éste dijo: «Habla, porque tu siervo oye» (1 Samuel 3:10). Saulo de Tarso, después de haber sido cegado por el Señor, dijo: «Señor, ¿qué quieres que yo haga?» (Hechos 9:6). De igual forma, María estaba respondiendo obedientemente. El «He aquí» de María significa: «aquí estoy», «sí», «úsame», «estoy dispuesta». Esta situación ejemplifica muy bien una máxima importante en la vida cristiana, a saber, la actitud es más importante que los talentos. Mientras que Dios dota de talentos a distintas personas en su iglesia para que le puedan servir, Dios usa en sus planes a creyentes voluntarios, a los que están dispuestos a seguir adelante, incluso si es difícil. María es un excelente de esto. Ella entendía que su vida le pertenecía al Señor: la palabra griega para sierva es δούλη (doúle), lo cual significa literalmente «esclava». Es decir, ella se sabía “esclava” de un “Señor” (Κύριος); estaba en una relación amo-siervo. Y es esta disposición de dejar que Dios la utilizara de esta manera la que manifiesta que era aceptable al Señor.
Indubitablemente, el ejemplo de María es un ejemplo que debemos seguir. Prestemos atención a aquellas al llamado santo del Señor. Si el nos aparta para una tarea especial, hay que poder decir, como María y los profetas de antaño, “He aquí tu siervo.” En esta Navidad, no olvidemos que el Señor nos ha apartado desde antes de la fundación del mundo para buenas obras (Ef. 2:10). Que el Dios trino nos de la sabiduría para seguir su llamado en esta vida.
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