A través de la historia del Cristianismo ha habido hombres y mujeres que han tenido un impacto en la iglesia y en el entorno que los rodeó. Estas personas contribuyeron e influenciaron en su contexto social y en el desarrollo del pensamiento cristiano. Gracias a ellos es que el Evangelio está presente hasta nuestros días. Dios ha levantado y utilizado a estos hombres y mujeres para proclamar Su gloria y me parece que muchos de ellos no fueron capaces de visualizar la trascendencia que tendrían en la historia de la iglesia.
¿Qué podemos aprender de la historia del Cristianismo para aplicar en nuestro ministerio?, ¿qué lecciones han dejado para la iglesia todos estos grandes hombres utilizados por el Señor? Estas lecciones, ¿serán relevantes para nuestro ministerio actual?
La relevancia de la historia
Uno de los mayores errores que podemos cometer en la iglesia, es no comunicar el Evangelio dentro de su marco histórico. Un ejemplo de ello es que no se puede entender el Nuevo Testamento sin conocer el Antiguo Testamento, debemos entender que ambos testamentos forman la unidad de las Escrituras. Cuando analizamos el Nuevo Testamento podemos darnos cuenta de que las epístolas surgieron por una necesidad como respuesta a las situaciones que estaban enfrentando los diferentes destinatarios. De la misma manera, la iglesia ha enfrentado diferentes desafíos y problemáticas a través de los siglos, que tuvieron que ir resolviendo conforme se les presentaban. Conocer éstos, puede ayudarnos a entender ciertas situaciones y aprender de ellos. No podemos pensar que desde el final de Hechos 28 no existió el Cristianismo, pensar de esa manera nos puede llevar a ignorar 19 siglos de la historia del Cristianismo; este puede ser uno de los errores que podemos llegar a cometer.
Esnobismo
El esnobismo dentro de la iglesia nos puede llevar a buscar y copiar las conductas y filosofías de este mundo, tratar de copiar los modelos y estrategias de lo que otros nos han dicho que es el futuro de la iglesia. Estamos más preocupados en el “hacer” que en el “ser”. La sutileza del mundo puede envolvernos y traer sus valores y principios a la iglesia.
La falta de familiaridad con la historia de la iglesia puede causar errores
Dayton Hartman
peligrosos en la doctrina y la práctica.
Los credos
Hace varios años, en la iglesia donde se congregaban mis padres estaban
estudiando el “Credo Apostólico”, cuando me enteré lo que estaban estudiando
pensé, “¿qué clase de ‘pastor-sacerdote’ está ministrando?” Me detuve y pedí
que me enseñaran el libro que estaban estudiando. Vaya sorpresa que me llevé
cuando al leerlo, descubrí la riqueza de contenido que emanaba de la Escritura.
En muchas ocasiones olvidamos leer las reflexiones que hicieron nuestros
antepasados, las cuales, de alguna forma nos ayudan a regresar siempre al
fundamento de nuestra fe en “Sola Scriptura”.
Entendiendo nuestro contexto
Uno de los mayores desafíos que tenemos en la pastoral, es entender la realidad
del mundo en que nos encontramos. La iglesia se encuentra en un mundo que
necesita ser influenciado con los absolutos y principios bíblicos. Jesús nos ha
dejado con el propósito de ser luz y sal en la tierra, pero considero que muchos
de nosotros ni siquiera nos hemos dado cuenta de lo que creen la mayoría de las
personas a las cuales pastoreamos.
Nuestro presente nos está dando desafíos, Dayton Hartman, en su libro “Historia
de la Iglesia para el ministerio moderno” escribe lo siguiente:
Investigaciones recientes revelan que aproximadamente la mitad de los
Dayton Hartman
Millennials consideran que la Escritura es la Palabra de Dios en algún
sentido, solo la mitad de ese grupo cree que toda la Escritura es la Palabra
de Dios.
Este es uno de los grupos que existe en nuestras iglesias, ¿qué estamos haciendo
para alcanzar esta generación? Formar una estrategia para uno de estos grupos,
me parece un esfuerzo incompleto, ya que debemos considerar a la iglesia en su
totalidad y estar preparados para ofrecer respuestas y enseñar la Escritura a
todas las generaciones a las cuales servimos.
¿Qué desafíos traerán las nuevas generaciones?, ¿cómo nos estamos preparando
para enfrentarlos?, ¿cómo estamos preparando a los futuros líderes de la
iglesia? Lo que hagamos en nuestro presente, será la forma en la que nuestras
futuras generaciones enfrenten su futuro.
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