Recién convertido, recuerdo que me entró hambre por conocer la Biblia, su amplitud, pero también su profundidad. Pronto aprendí de diferentes clases de libros que me ayudarían a comprender más el texto sagrado: el léxico de idiomas originales, el diccionario bíblico, el atlas bíblico, la concordancia y sobre todo, el comentario. En mis frecuentes visitas a la tienda cristiana -la cual se convirtió en un Disneylandia para mí-, encontré que no solo había uno sino distintos comentarios. Al principio me pareció que con uno bastaba, y es posible que pienses lo mismo, sin embargo, con el tiempo me percaté del beneficio de tener tantos como pudiera costearse por varias razones.
En primer lugar, porque no todos los comentarios son iguales. Existen comentarios generales (de un volumen para toda la Biblia) que explican el sentido general, sin entrar en mucho detalle. Otros comentarios son de aplicación espiritual, extraen la lección espiritual y la aplican al corazón; otros son teológicos, conectan el significado a las doctrinas de la fe; y aún otros son exegéticos, se concentran en el análisis de las lenguas originales para extraer el significado de raíz; también están los de trasfondo histórico-cultural, que describen el escenario de los actores para brindar una interpretación dentro del sentido de los tiempos cuando se escribió la porción de estudio.
Otra lección, es que los comentarios no cubren todo el texto de manera uniforme, o no describen el texto desde todo ángulo. Recién me ocurrió en el estudio de Santiago 1:22 que afirma que cuando nuestra religión es una farsa, terminamos engañando nuestro corazón. Escarbé en varios comentarios el concepto del versículo sólo para descubrir que muchos no le daban un trato directo. Hasta que al final encontré uno, que desarrolló el tema y trazó el paralelismo del engaño al corazón con “la contaminación de todo el cuerpo” en Sant. 3:6. Sin ese comentario no habría podido confirmar la verdad que tanto existe el engaño del corazón como el engaño al corazón.
Existe un tercera punto, y es que el comentario tiende a reflejar las perspectivas del autor. Por más que el autor busque ser honesto con el texto bíblico, no podrá desprenderse totalmente de sus convicciones teológicas, o su cultura denominacional. Esto no es malo, siempre que el autor no intente imponer sus preferencias antes que extraer el significado del pasaje. Es bueno conocer los diferentes matices con los que diversos cristianos entienden la porción de estudio.
Por estas y otras razones, tenemos la convicción en Logos, de producir comentarios variados para enriquecer el estudio de nuestros usuarios. De hecho, en estos días, estaremos debutando un nuevo comentario y de gran envergadura.
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