Defender la fe, un ejercicio de apologética, es mucho más que un mandato simple y llano, es un asunto de conciencia. Todo creyente tiene a su alcance, en papel o en digital, las herramientas suficientes hoy día para prepararse, el asunto es si estamos plenamente convencidos de esta responsabilidad o lo dejamos solo a los líderes, pastores, ancianos, estudiantes de seminario, teólogos, intelectuales o solo es para aquellos que les gusta estudiar mucho.
1 Pedro 3:15 (RVR60)
Estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros.
El posmodernismo, corriente de pensamiento que no da pie a una verdad absoluta sino que pende de la subjetividad humana, ha alcanzado toda esfera de la sociedad, siendo este tiempo uno de los más retadores para defender la fe. La información tanto no bíblica, como bíblica, así como extrabíblica está disponible por todos lados, y tal pareciera que entre más información, mayor confusión. Hoy todos quieren respuestas prácticas a la existencia de Dios; al dilema del mal; sobre la vida, obra, muerte y divinidad de Jesús; a si la Biblia es Palabra de Dios o producto de hombres; si la ciencia o una de sus ramas como la arqueología empatan con la Biblia; acerca de la vida después de la muerte; y aquel tema de siempre: la verdad y la moral.
Todo lo que huela a Dios es el enemigo número uno y hay que matarlo, y la comunidad incrédula en estos tiempos ha tenido como sus más famosos pistoleros a Richard Dawkins y Stephen Hawking (fallecido), disparando constantemente balas de duda sobre las evidencias de la existencia de Dios.
Los cristianos tenemos que defender la fe, e inicia esto con un llamado a la conciencia que nos impele: la de refutar argumentos y demostrar a Dios en Jesús, en la creación, en la verdad, en la moral, en la existencia del bien y de mal; la vocación de presentar alternativas creíbles y racionales ante los argumentos de los no creyentes en todos los niveles; porque la defensa de la fe es necesaria frente a niños, ante universitarios que abren su mente y corazón a nuevas aristas, a los dilemas de la vida, así como ante consumados intelectuales.
Hay todo un movimiento de conciencias ateas que está buscando evangelizar, despertar a un pensamiento no cristiano del mundo. Por tanto, a los creyentes nos toca en nuestra gran comisión evangelizadora muchas veces ir más allá del evangelio y comenzar a picar piedra en la mente y corazón del inconverso, allanar el camino, remover obstáculos, contestar preguntas que impidan en su intelecto aceptar al Señor. Muchas de estas objeciones no son ateísmo declarado, sino sinceros cuestionamientos que calan en lo más hondo del corazón y que están buscando respuestas pragmáticas.
El cristiano tiene el llamado a su conciencia a dar respuesta a todos en cuanto le sea posible en la esfera de las objeciones y la razón, teniendo como meta primigenia el entendimiento, el cual muchas veces la persona lo requiere antes de la revelación y la profesión de una fe. La cita de 1 Pedro 3:15 es un llamado a la conciencia por la esperanza y la fe que hay en nosotros, el dar respuestas claras a los dilemas humanos y de la fe. Debemos ser capaces, estar dispuestos, no solo por un mero objetivo de ganar discusiones, sino de colocar a Cristo frente al incrédulo como el centro del pensamiento y entonces obedecerlo. Esto segundo será la respuesta a un preevangelismo —muchas veces necesario— y que sucede en los terrenos de la llamada apologética.
Tenemos a nuestro alcance excelente literatura para estructurar las respuestas necesarias. ¿Estás consciente del reto?
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