A lo largo de varios años, distintos pensadores han señalado que estamos viviendo en una era de anti-intelectualismo, subjetivismo y pragmatismo.[1] Hoy en día, no es poco común atender una reunión de estudio bíblico en casa de un hermano, y escuchar que el que está dando el estudio haga la pregunta “¿Uds. qué piensan que significa este pasaje?”, seguido de un “me parece que…” o “siento que la Biblia quiere decir…”. Si bien es importante señalar que el Espíritu Santo nos ayuda a interpretar las Escrituras, también es menester puntualizar que “ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada” (2 Ped. 1:20-21). El subjetivismo está latente en nuestra época. La cultura anti-intelectual de nuestros días también ha permeado a la Iglesia.
¿Qué podemos hacer?
En primer lugar, hay que prepararnos a nosotros mismos, si queremos cambiar la cultura de la Iglesia. No podemos pedir que las personas hagan algo que nosotros no hacemos. Tenemos que estudiar diligentemente para poder enfrentar los retos de nuestra cultura. ¿Cómo saber qué retos debemos enfrentar en nuestra cultura? A mi parecer, para efectos de los estudios teológicos, tenemos que estudiar lo mínimo indispensable. El que no estudia el pasado, está destinado a repetirlo. Hay muchas herejías actuales que ya tuvieron lugar en el pasado. Tal vez, si la iglesia, en general, hubiese estudiado la Historia del cristianismo, tendríamos una mayor visión, y eso se hubiera evitado. Para comenzar con un estudio de este tipo, existen muchísimos recursos. Yo recomiendo empezar con la Historia del cristianismo de Justo González (Clic Aquí para mirar). Por otro lado, hay que estudiar el presente; esto se puede realizar en forma de teologías sistemáticas, libros de ética, escatología, antropología, etc. Yo recomiendo, como curso introductorio, el Curso de formación teológica evangélica (10 volúmenes) de Francisco Lacueva (Clic Aquí para mirar).
En segundo lugar, tenemos que pasar esa enseñanza una vez que poseamos el conocimiento. Una vez un buen amigo me dijo que uno no puede llenar más una jarra hasta que se vierte en varios vasos; nosotros somos la jarra, y los vasos son nuestros hermanos a los que les transmitimos el conocimiento. Esto es muy cierto. Debemos incentivar estudios más profundos en nuestra iglesia local. He encontrado que hacer pequeños grupos (“células”) en casa puede ser bastante benéfico también. En este espacio la gente puede opinar y preguntar, pero sabiendo que sí existe una interpretación más correcta que otra. En esta misma línea, vale la pena estudiar algo de hermenéutica bíblica, con el fin de poder instruir a los otros. Para esto, yo recomiendo el Ed. Móvil: IB103 Principios de interpretación bíblica.(Clic Aquí para mirar) Con este recurso tendremos un entendimiento mucho más profundo de cómo interpretar adecuadamente las escrituras.
Finalmente, si bien es menester llevar a cabo estudios profundos con grupos pequeños, nuestras prédicas deben también estar a un nivel adecuado para la congregación de creyentes. En este sentido, vale la pena estudiar con detenimiento algunos principios homiléticos. Para esta habilidad, recomiendo leer el Manual de homilética y predicación (3 volúmenes) (Clic Aquí para mirar). Nunca hay que olvidar que nuestros estudios se vuelven vanos si abandonamos las Escrituras, pero el estudiar la Biblia con la ayuda de estos recursos nos ayudará a combatir el anti-intelectualismo de nuestra época.
¡Sigamos adelante!
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[1] Cf. Piper, J. (2011). Piense: La vida intelectual y el amor de Dios. (A. Powell & O. Cabral, Eds., J. Vidal, Trad.) (p. 113-127). Carol Stream, IL: Tyndale House Publishers, Inc.
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