
Pensemos: A los esclavos cristianos en Estados Unidos a veces se les prohibía cantar, incluso a Dios. Así que cuando iban al río, colgaban frazadas mojadas a su alrededor y luego cantaban dentro de macetas llenas de agua que absorbían el sonido. “Como entristecidos, pero siempre gozosos” (2 Co. 6:10), interesantemente no pudieron contener sus canciones de alabanza.
Tal vez nuestras luchas de cara al COVID-19 que estamos enfrentando puede hacernos preguntar si Dios nos ha dado la espalda. Quizá esta prueba puede durar un día más, un año, una década, o aún más. Pero es interesante pensar en circunstancias peores como las de los esclavos cristianos, despojados de libertad y dignidad, con familias destrozadas rutinariamente. Sin embargo, no pudieron obligarlos a dejar de cantar:
A lo largo de los siglos y en todo el mundo, muchos creyentes que sufren afirman que Dios usa los tiempos difíciles para acercarnos a Él, para brindarnos una profunda felicidad en Él, y para construir una mayor semejanza y dependencia de Cristo. Pienso en esto, a veces oramos: “Acércame más a ti, Señor”, y generalmente en respuesta, nuestro Dios amoroso y soberano nos da pruebas, incluso a veces cuando le rogamos que no lo haga.
No hay cercanía a Dios sin dependencia de Dios. Y nada nos hace más dependientes de Él que cuando el piso debajo de nosotros se desmorona.
Con propósito e Inevitable
Nosotros los cristianos seremos liberados de la miseria eterna. Pero Dios nunca dice que evitaremos las dificultades ahora. De hecho, Él nos promete específicamente las dificultades en versos que rara vez pegamos en el refrigerador. “Amados, no se sorprendan del fuego de prueba que en medio de ustedes ha venido para probarlos, como si alguna cosa extraña les estuviera aconteciendo” (1 Pe. 4:12). algo hace “Clic” en mi cabeza cuando leo esto. Es como si Dios estuviera diciendo: “¿Por qué pensaste que no sufrirás?”.
El apóstol Pablo les dijo a los creyentes que les estaba enviando a Timoteo “para fortalecerlos y alentarlos respecto a la fe de ustedes; a fin de que nadie se inquiete por causa de estas aflicciones” (1 Ts. 3:2–3). ¡Si no sabemos esto, deberíamos! Cuando pensamos en lo que Dios ha destinado para nosotros, nos viene a la mente la vida abundante y la resurrección, pero las pruebas casi nunca. Sin embargo, Dios nos asegura que Él mismo, no la maldición o Satanás, nos ha destinado a sufrir. Las aflicciones no son simplemente inevitables; son intencionales. Aunque puedan parecer aleatorias, son el producto del diseño inteligente y amoroso de Dios.
Nuestro bien vendrá a través de la adversidad
¿Qué puede hacer el sufrimiento por/para mí? Puede mostrarme la imposibilidad de encontrar la verdadera felicidad fuera de Dios. Cuando aquello en lo que una vez me apoyé para ser feliz, mi salud, mi carrera, mi riqueza, o mi popularidad, se derrumba en el polvo, el camino está despejado para que yo vea que Dios es mi única base sólida.
Hacemos bien en pedirle a Dios alivio. Sin embargo, cada vez que le pedimos que elimine la dificultad, pudiéramos estar pidiéndole que renuncie a la oportunidad de declarar su grandeza o profundizar nuestra relación con Él. ¿Cuándo fue la última vez que escuchaste a alguien decir: “Me acerqué más a Dios cuando mi vida estaba libre de sufrimiento”?
Aceptemos lo glorioso que traerán las pruebas
Ya que el sufrimiento construye el carácter, no es de extrañar que la Biblia nos diga: “Tengan por sumo gozo, hermanos míos, cuando se hallen en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de su fe produce paciencia” (Stg. 1:2-3). ¿Cómo podemos aceptar las dificultades en lugar de resentirlas? Confiando en Dios cuando nos dice que las pruebas nos acercan más a Él, nos maduran, expanden nuestro ministerio, y nos preparan para el gozo eterno.
Dios no nos ordena estar felices cuando hemos sido traicionados, diagnosticados con cáncer, o cuando hemos perdido a un ser querido. Más bien, nuestra alegría se produce en la expectativa de los subproductos de la adversidad, incluyendo el desarrollo de un carácter piadoso, una mayor dependencia en Jesús, e innumerables razones ocultas para nosotros por ahora (pero muy claras en la mente de nuestro Padre).
Pablo dijo: “No solo eso, sino que nos regocijamos en nuestros sufrimientos, sabiendo que el sufrimiento produce paciencia” (Ro. 5:3). Pablo y Santiago afirman que debemos regocijarnos en el sufrimiento por el fruto que finalmente produce. Cuando vemos con una perspectiva eterna, podemos decir: “Esta prueba es difícil, pero Dios es soberano, amoroso, y amable. A través de su gracia y empoderamiento, me volveré más como Jesús y me acercaré a Él. Y estaré eternamente agradecido por lo que Dios hizo a través de estos tiempos difíciles”.
Alegría de nuestro Señor
Espero el dia en que veremos con certeza que la Palabra de Dios estaba en lo correcto todo el tiempo, que “los sufrimientos de este tiempo presente no pueden compararse con la gloria que se nos revelará”, y que “para los que aman Dios, todas las cosas trabajan juntas para bien” (Ro. 8:18, 28).
Algún día apreciaremos el valor de cada minuto de cada prueba. Pero no esperemos hasta que muramos para creer lo que Dios dice acerca de nuestro sufrimiento presente. Por la fe, para su gloria y nuestro bien, carguemos las promesas de Dios en nuestros corazones y mentes hoy, y comencemos a entrar en la felicidad de nuestro Maestro.

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