Estos días pocas cosas me emocionan como cuando recibo en la bandeja de mi correo la entrega de la siguiente traducción de los 5 volúmenes de la Teología sistemática de Geerhardus Vos
Esta vez, es el volumen 3 de Cristología. Puntualmente, el estudio de la persona de Cristo cubre:
- a) Los nombres.
- b) La existencia divino-humana, es decir, la persona y las naturalezas.
- c) Los estados.
- d) Los oficios del Mediador
Confieso que con cada tomo nuevo de Vos, salgo con la impresión de que conozco poco de la Biblia. Este tercer volúmen agranda la impresión. Pues con todo lo que he estudiado y enseñado acerca de Cristología, me percato de que en realidad solo he estado chapoteando en el agua. Para aquellos que les gusta andar en las aguas profundas del conocimiento de Dios, Vos es el submarino que nos lleva hasta el fondo. No es sorpresa que lo consideraban “Académico de académicos”.
Dejo un extracto de “los oficios de Cristo” para degustar más esta magna obra. He aquí, lo que algunos conocen y lo que los que piensan que conocen, desconocen:
- ¿Cuántos oficios desempeñó el Mediador y sigue desempeñando en sus naturalezas?
Tres: el oficio de profeta, sacerdote y rey.
- ¿Cómo llegamos a esta triple división de oficios?
Anteriormente se ha visto cómo se puede derivar la necesidad de más de un oficio del hecho de que Cristo es la cabeza del pacto. La pregunta que se plantea ahora es: ¿cómo llegamos a tres oficios? ¿Se trata de algo arbitrario o tiene un fundamento racional? Esta pregunta se puede responder de la siguiente manera:
- a) Esta división no es arbitraria, en tanto que estaba representada en el triple oficio teocrático. En Israel había profetas, sacerdotes y reyes. No podemos decir aquí que estos tres oficios se atribuyeran a Cristo para imitar las instituciones del Antiguo Testamento. Más bien al contrario; debemos confesar [que] tales oficios se establecieron en Israel porque el Mesías iba a desempeñar estos tres oficios. Esta división debe explicarse por el carácter preparatorio e imperfecto de la dispensación del Antiguo Testamento. De modo que, al parecer, los titulares de estos oficios no eran el sol completo, sino tan sólo una luz reflejada irradiada; ellos no poseían la luz en todos sus colores. Sólo esporádicamente se acercaban a la plenitud, a lo que puede considerarse como una gracia extraordinaria (cf. Melquisedec en Génesis 14 y Salmos 110).
- b) Hay tres esferas en las que los seres humanos viven y deben vivir: las esferas de la verdad, el poder y la relación moral con Dios. Debido al pecado, se ha producido una anomalía en cada una de estas esferas. Por lo tanto, el Mediador debe restaurar un estado de normalidad de tres maneras. En la esfera de la verdad, debe ser nuestro Profeta; en la esfera del poder, nuestro Rey; y en la esfera de la relación moral entre Dios y nosotros, nuestro Sacerdote.
- c) Se puede considerar al hombre en tres tipos de relaciones. Primero se puede descender de Dios al hombre; después ascender del hombre a Dios; y finalmente se puede concebir al hombre en relación con su entorno. Cada una de estas relaciones corresponde a uno de los oficios del Mediador. Él representa a Dios ante nosotros como Profeta, nos representa a nosotros delante de Dios como Sacerdote, y para nuestro beneficio hacia nuestro entorno como Rey.
- d) Por la fe hay un reflejo del Mesías para nuestra conciencia. Dios pretende hacer que rodeemos a Cristo en nuestro corazón desde todos los lados, con todas sus características en la plenitud de sus oficios. No obstante, parece que esta fe tiene tres lados (esto es, conocimiento, asentimiento y confianza), de los cuales cada uno corresponde a uno de los oficios del Mediador. A través del conocimiento de la fe, es Cristo el Profeta quien actúa en nosotros mediante la enseñanza y se explica a sí mismo en su obra mediadora. A través del asentimiento de la fe, es Cristo como Rey quien gobierna sobre nuestras almas para que nos entreguemos y caigamos rendidos a su verdad. A través de la seguridad de la fe, que llamamos confianza, es Cristo quien, como Sacerdote, nos ministra reconciliación y nos concede paz con Dios o coloca sobre nosotros la bendición de Dios. Aquí sólo son necesarios tres oficios, y no hay lugar para más de tres.
- e) Las Escrituras mismas resumen aquí y allá los diferentes aspectos de la obra mediadora del Señor de esta manera; por ejemplo, cuando hablan de cómo para nosotros se ha convertido en sabiduría de Dios (oficio profético) justicia (oficio sacerdotal) y santificación y redención (oficio real) [1 Cor 1:30].
- ¿Es esta triple división de oficios algo clásico en la teología?
Sí, ya la encontramos en Eusebio, uno de los padres de la iglesia. Los teólogos reformados, sobre todo Calvino, fueron los primeros en darle un lugar formal después del tratamiento de la doctrina de las dos naturalezas en una sola persona. Johann Gerhard la introdujo entre los luteranos. Sólo en épocas posteriores hubo quienes comenzaron a albergar dudas sobre lo correcto de esta división. Ernesti, un teólogo luterano, fue el primero, y sus objeciones han sido repetidas por Schleiermacher y Schweizer.
- ¿Están bien fundadas las objeciones a esta división?
Se refieren a su exactitud o a su exhaustividad. Se argumenta que los oficios no se excluyen los unos a los otros, y también que no comprenden en sí mismos todo lo que Cristo hace como Mediador. Debemos reconocer que la primera objeción es cierta si lo que se quiere decir es que en la actividad del Mediador no se puede señalar ningún momento en el que actúe completamente en calidad de profeta, sacerdote o rey, de manera que solamente desempeñe un oficio y los demás queden excluidos. En todo momento es el Cristo único e indivisible, que está en posesión de los tres oficios, quien habla. Cuando en calidad de Profeta revela el consejo de Dios, también lo hace con la autoridad de un Rey. Y cuando como Sacerdote se sacrifica a sí mismo a Dios, está, en ese mismo momento, actuando proféticamente mediante su propio sacrificio. Todo esto lo admitimos. Los oficios van penetrándose entre sí, y en cierta manera ocurre algo parecido con la unidad de las naturalezas en la persona del Mediador. Estas tampoco se pueden separar en ningún momento, tal como demuestra la communicatio idiomatum [“comunicación de atributos”].
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