24 Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo?…28Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
-Apóstol Pablo, Romanos 8 (RVR 60)
¿Alguna vez has sentido que ya no tienes fuerzas para continuar? Una vez una persona dijo que aquella persona que crea que el problema de Dios y el dolor es un tema fácil de resolver, simplemente no ha entendido la profundidad de la cuestión. A veces, claro está, cuando estamos atravesando una situación particularmente dolorosa, queremos que Dios termine con nuestro sufrimiento de manera inmediata. Nos es bastante difícil entender, en nuestra finitud, los obrares y los propósitos divinos. Y podemos preguntarnos, ¿Por qué YO tengo que pasar esto? ¿Por qué a MÍ? ¿Por qué ME tiene que doler tanto? ¿Acaso Dios no puede terminar con MI dolor y angustia rápidamente? Todas estas preguntas pasan por la cabeza de aquel que está experimentando el dolor. Y, cuando esto ocurre, parece inevitable no pensar en nosotros mismos, pues somos nosotros—y no otros—los que estamos experimentando el dolor en ese momento. De igual forma, no parece ser una casualidad que el problema de Dios y el dolor haya sido tema de discusión tan abrumador por tantos siglos.
El libro de Job es uno de mis libros favoritos de la Biblia. Creo que éste responde a uno de los problemas existenciales más importantes del cristiano ¿Cómo es posible que Dios, teniendo todo el poder, permita que ciertas cosas ocurran? Es importante entender que la pregunta tiene una connotación brutalmente emocional. Uno nunca se presenta con una madre que está sufriendo, porque su hijo está enfermo, con un argumento filosófico-teológico para probar la compatibilidad de Dios y con el dolor. No obstante, me parece que la vida de Job no es ajena a la situación emocional que se presenta antes de hacer la pregunta. Job es un hombre, como cualquiera de nosotros. Pero, es turbado de una manera que probablemente no todos conoceremos, hasta el punto de maldecir el día en el que nació y desear la muerte misma (Job 3:11-12).
Él no entendía lo que Dios estaba haciendo en su vida, y para ser honestos, no es una situación fácil de entender aún para los cristianos más devotos ¿Por qué Dios permitiría que ocurriese lo que le ocurrió a Job? Dios no le responde directamente a Job. Dios le ayuda a entender que Dios es Dios. Y, cuando Job ve a Dios, cuando Job entiende que Dios es Dios, y que esa situación le daba la gloria al único que se la merecía, entonces Job pudo decir:
Después de haber sufriendo una agonía, terror, angustia, dolor, ansiedad, humillación, culpa, desprecio, y muchas otras cosas, Job se arrepintió, pues entendió quien era Dios. ¿Por qué el entender quién es Dios le ayudó? ¿Acaso Dios le reveló porqué estaba haciendo lo que estaba haciendo? No parece que este sea el caso. No encuentro en el libro de Job que Dios le respondiera con una respuesta directa a Job. Sin embargo, el ver a Dios le recordó que él no hace nada sin un propósito (Job 1:22). Y Dios le restauró, y le dio más de lo que antes había tenido.
La Biblia no nos dice porqué sufrimos. No nos dice cuál es el propósito exacto de nuestros sufrimientos. Sin embargo, nos dice que tenemos un propósito, y que tenemos que esperar en Él. Al final, nuestra esperanza en Dios tiene que ser el motor de seguir adelante. Tenemos que entender que nuestro propósito último en esta vida es el de glorificarle y de gozar de Él para siempre. En El Problema del Dolor, C.S. Lewis dice que tal vez el dolor es un megáfono para hablarle a un mundo sordo. La realidad es que el dolor está presente en nuestras vidas, pero Dios nos promete paz más allá de todo entendimiento al final (Fil. 4:7). Hay un poema de John Newton que me ha ayudado un poco más a entender, y en ocasiones a sobrellevar, el dolor. Él dice:
Leave a Reply